domingo, 1 de junio de 2014

Nuestro contacto con la vida y la muerte

Buenos y lluviosos días, por lo menos por el levante español...

Hoy me gustaría contaros algo que he vivido este semana y que en mi carrera profesional todavía no lo había hecho.

Como ya sabéis trabajo en una Mutua de accidentes de trabajo. Allí mis tareas se dividen en dos: asistenciales y administrativas (cubrimos a la chica de administración en la hora de la comida de 14:00-16:00 y una hora por la mañana en la apertura y otra por la tarde en el cierre.. Mis tareas asistenciales allí son muy parecidas a las que se podrían dar en cualquier centro de salud: curas,inyectable,  inmovilizaciones, toma de constantes, realización de radiografías... Pero, como es de esperar, no estamos preparados para atender una emergencia vital. Sí contamos con un equipo de urgencias (medicación , sistemas de suero y vías, cánulas de Guedel), y tampoco contamos con una ambulancia en la puerta para este tipo de traslados a Hospital.
El jueves, sobre las 10 de la mañana, me disponía a ordenar historias clínicas en el archivo cuando veo a un señor entrar corriendo a recepción solicitando la asistencia de un médico ya que traía a un trabajador suyo en el coche que estaba inconsciente. Rápidamente y tras avisar a mi compañera DUE ( que ese día doblábamos las dos) y a las dos médicos me dirigí corriendo fuera. En la parte trasera del coche se encontraba un hombre sentado con el compañero inconsciente en sus brazos, con la cabeza apoyada en sus piernas.Tras comprobar que el paciente estaba inconsciente y comprender que no debíamos moverlo, me dirigí corriendo junto a  mi compañera a por la equipación de urgencias (maletín de oxígeno y ambú, vías, sistemas de suero y suero, medicación, cánulas orofaríngeas, esfigmomanómetro y pulsioximetro). Al parecer el chico (35 años cumplidos el día anterior al accidente) estaba descargando un camión en su puesto de trabajo cuando , accidentalmente, tropezó y cayó de espaldas golpeándose contra el suelo la zona temporoparietal izquierda. Todavía nos preguntamos qué se le pasaría a ese jefe y al otro trabajador para mover al accidentado del suelo y mucho menos de montarlo en un coche y encima trasladarlo a la mutua en vez de directamente a un hospital o CAP con ambulancia en la puerta.Pero supongo que el susto y el shock fue mayor que la lucidez en esos momentos. Me metí entre los asientos delanteros y el trasero y le cogí una vía para empezar a pasarle suero. Tenía un pulso muy débil y bradicárdico,una sat. de O2 que nos hizo ventilarle (cayó hasta un 91%), una P.A empezando a subir (150/90 mm-Hg ) y en general un Glasgow de menos de 6.No respondía a estímulos, solamente cuando le puse la vía intentó quitársela.Tenía las pupilas no reactivas y la sangre manaba levemente de la zona del golpe.Le puse una compresa en la mano a su compañero que lo sostenía por la nuca, y le limpié la cara con otra al accidentado con suavidad.Aquello era una locura, un corro de gente rodeaba el espectáculo en medio de la calle, la policía cortó el trafico en para que no pasaran por nuestro lado y la ambulancia  no llegaba (tardó 10 minutos que se nos hicieron eternos) mientras el chico empeoraba por segundos. Tras llegar la ambulancia y comenzar a atenderle ellos , el personal de mutua nos metimos a nuestro centro (en el cual nuestros paciente nos esperaban con gran paciencia). Pero la ambulancia no se movía de allí, siguió unos 20 minutos allí para da (mala señal...).Mi compañera salió y les preguntó que tal iba todo y la respuesta no fue muy alentadora (le habían intubado, puesto SNG y SV , le estaban pasando medicación para intentar remontarle y le estaban poniendo la tabla bajo la espalda por que se temían que no llegarían al Hospital sin que tuvieran que reanimarle ...). Y se fueron.Nos costó recobrar el ritmo de la mañana.Además cabe decir que era una paciente conocido en la Mutua, ya que el año anterior había caído desde una altura de unos 5 metros y se había fracturado la rótula (solamente! y por este golpe tan tonto su vida estaba en serio peligro).Por tanto el mazazo fue peor para nosotros.La mañana fue larga, sin ritmo, y con un ambiente tenso y nervioso. Recibimos el aviso de que lo trasladaban al mejor servicio de Neurocirugía de la zona y nos alegramos , puesto que les conocemos y sabemos que  si hay un equipo profesional y competente esos son ellos. Casi no pudimos comer, teníamos en mente al chico y la adrenalina que nos había subido en esa situación tan particular. Llegaron las 4 y cuarto de la tarde y la noticia: El chico había fallecido debido a una PIC demasiado alta por un hematoma subdural que no se pudo drenar a tiempo.Y si la mañana había sido mala , os podéis imaginar la tarde. Gente llorando, y ánimos por los suelos.Pero nuestros pacientes no tenían la culpa de nada, así que nos preocupamos como siempre, por darles el mejor servicio. En mi caso tenía una sensación amarga super desagradable. Ese chico, con sus 35 años recién cumplidos, al cual yo había atendido en un primer momento, y con el cual no nos faltó nada por hacer, había muerto. Las felicitaciones de los compañeros del 112 cuando llegaron por lo bien que habíamos manejado y atendido la situación ya no tenían importancia, solo la hubieran tenido si unos meses mas tarde F (el accidentado) hubiera entrado por la puerta recuperado.

Personalmente ha sido mi primera experiencia con la muerte de un paciente atendido por mí como enfermera profesional.De este hecho he aprendido varias cosas, entre ellas, que un trabajo bien hecho, aún cuando no obtengamos los resultados por los que hemos luchado, siempre debe ser digno de felicitación a ti mismo, y segundo que ser una persona humana y llorar tras pasar este tipo de cosas no te hace mala profesional, mala enfermera, sino todo lo contrario.


No hay comentarios:

Publicar un comentario